lunes, 7 de octubre de 2019

SI MAÑANA LLUEVE




Si mañana llueve reúne lo mejor de los cuatro primeros libros de Hurón Magma: Palomas de lluvia (1985), Bajo otro cielo (1987), El árbol de los sueños (1998) y Los cuentos de Ariadna y otros poemas (2009). El poeta, radicado en Cunco, lejos de la élite literaria santiaguina, ha cultivado una poesía delicada, ajena a los exabruptos de la vanguardia y a la férula del metro.
Hurón Magma (Edgardo Añazco, en la vida ciudadana) pertenece a la generación del 80, signada por la dictadura y su poética pudo derivar hacia una literatura de denuncia, pero, salvo algunos versos tempranos, pronto comprendió que lo suyo era distinto. Sus poemas giran en torno el amor, el recuerdo de los muertos, la evocación del paisaje y los elementos, la reminiscencia de lo cotidiano y, en las últimas décadas, la exploración del simbolismo mapuche, sin caer en una belicosidad impostada ni el exhibicionismo fácil, y sin sumergirse en el verso críptico que exige del lector una lectura en clave. Esto no implica una falta de compromiso con su pueblo, pues Hurón Magma no es un esteticista sino un esteta que asume su compromiso con el ser humano indagando en el alma sin estruendos, renunciando a la diatriba y cultivando una poética delicada y cercana.
La obra de Hurón Magma se hermana con el ideario de casi toda la poesía sureña: la presencia de la naturaleza como determinante espiritual del hombre. La mención de Neruda y Jorge Teiller entre sus influencias pareciera insoslayable, sin embargo, Hurón Magma prescinde de la fuerza telúrica del premio Nobel y de la nostalgia desgarradora de Teiller, y no fatiga al lector con largos versos y estrofas interminables. Sus poemas se posan en el alma con la levedad de las gotas de rocío. Su poesía es de un lirismo sutil, equilibrado y diáfano, y aunque su lenguaje es sencillo, no pretende simular el habla cotidiana y se aleja tanto de la ironía de Nicanor Parra como de la poesía narrativa de PabloAzócar.
Una característica de su estilo es la maestría con la que administra el lenguaje poético, de modo que no resulta evidente el uso de la técnica y el lector acaba el poema embelesado sin que le quede claro el modo en que lo cotidiano y lo elemental se hermanaron para crear una emoción nueva o evocar un recuerdo dormido. Una segunda lectura permite apreciar las imágenes y metáforas que van construyendo, con las palabras de siempre, una atmósfera y un sentido nuevo. Baste con citar como ejemplo dos versos de Si llueve, el poema inaugural de la antología:


Te esperaré en los pinos
Con mis manos de agua. 

Manos que gotean bajo la lluvia, que se trasparentan hasta disolverse en la espera. Disolución que evoca en paso del tiempo, que devuelve toda forma de vida a los elementos esenciales. El tiempo de Hurón que no apela al río heraclitiano, sino el compás de la eterna lluvia del sur.

En otro poema nos ofrece esta metáfora:



En este rincón de mis manos
se oculta todo el mar
y el secreto de haber pecado una noche.



¿Qué otro mar puede ser sino la huella que deja en las manos la piel de la mujer amada?
A veces la figura literaria comprende todo el poema:


Antes de mirarnos

Esta manera de mirarnos
Como un aguacero que comienza.




No quiero extenderme en más ejemplos. Dejo como aperitivo algunos poemas del autor además de un vídeo.
Antes de terminar, debo advertir que conozco a Edgardo Añazco lo suficiente como para considerarme su amigo (a Hurón Magma aún no termino de conocerlo). Durante la adolescencia solíamos caminar por las calles de Temuco, haciendo crujir la hojarasca bajo nuestros pasos –vocación de peripatéticos que nos permitía hablar de poesía. El lector tiene derecho a pensar que mi entusiasmo nace de dicha amistad. Sin embargo, la crítica que han recibido sus poemas y los análisis que se les han dedicado me libran de la sospecha del panegírico. Quien quiera comprobarlo no tiene más que leer Si mañana llueve. Un libro entrañable.
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Si mañana llueve, Hurón Magma, Editorial Bogavantes, Valparaíso, Chile, 2018. 119 páginas.
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