Cuando parecían haber quedado atrás
los tiempos de los tiranos y enfrentábamos una era de un capitalismo predatorio,
pero con buenos modales, el descontento frente al abuso de los poderes hegemónicos
lleva a un estallido social sin precedente no solo en Chile sino en diversos lugares del mundo, y ante la desobediencia civil los gobiernos responden con
torpeza y represión, intentando conservar privilegios y cotos de caza. En momentos como este cobran renovada vigencia los versos de Ernesto Cardenal. La urgente efervescencia social ha pospuesto otros afanes y me he visto revisando los poemas de este sacerdote revolucionario que se alzó contra Somoza y fue reprimido (y luego redimido) por el Vaticano.
Su poética es de un carácter marcadamente
narrativo, despojada de artificios, sustentada en lo que podríamos llamar «el
mensaje», un mensaje en el que la voz del hablante poético se carga de un
fuerte significado emocional, amoroso en algunos casos, de intensa rabia en otros,
sin que por ello esté ausente la evocación sutil (Postales europeas).
Para hacerse una idea de su vigencia
que tiene invito al lector a detenerse en uno de sus poemas:
Epitafio para Joaquín Pasos
Aquí pasaba a pie por
estas calles,
sin empleo ni puesto y
sin un peso.
Sólo poetas, putas y
picados
conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el
extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún
monumento...
Pero
recordadle cuando tengáis
puentes de concreto,
grandes turbinas,
tractores, plateados graneros,
buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus
poemas el lenguaje de su pueblo,
en el que un día se
escribirán los tratados de comercio,
la Constitución, las
cartas de amor,
y los decretos.
Este poema bien pudo ser
escrito para uno de nuestros muertos, aquellos que nuestras autoridades
califican como el «lamentable resultado de excesos» .
Un hombre de a pie que tal vez estuvo cesante, a quien no le alcanzaba para
llegar a fin de mes y solo conocían otros marginados como él. No hay metáfora
sino evocación, denuncia, identificación, piedad. Su universalidad no radica en la métrica sino en la comunión entre iguales, aquellos que hacen la historia a su
pesar, que son olvidados por los panegiristas y que a la hora del arqueo no tienen «ningún monumento». César Mallea y Germán Aburto estuvieron presos y
ahora están muertos. No los olvidemos, no olvidemos a ninguno de nuestros muertos: en su lenguaje se escribirán, como profetizara Ernesto Cardenal, la
nueva «Constitución, las cartas de amor y los decretos».
Epitafio para Joaquín Pasos, en
Nueva antología poética, Ernesto Cardenal, Siglo XXI editores, 3° Edición, México,
1980. 302 páginas.
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