viernes, 12 de julio de 2013

LANZAMIENTO DE "BARRIO BULLICIOSO": LIBRO ESTÁ AGOTADO

Queridos amigos, junio fue un mes agitado, con mucho trabajo, cumpleaños (el mío, el de mi padre, el de un hermano y el de un amigo), un viaje a Temuco y la preparación del lanzamiento de "Barrio bullicioso", que se realizó el pasado 3 de julio. La sala Mafalda Mora del Teatro Diego Rivera, de la corporación cultural de la Municipalidad de Puerto Montt, estaba llena, hubo gente de pie, la participación del público fue entusiasta y cariñosa, y el diálogo que se generó fue interesante y ameno.
Debo agradecer a don Nelson Navarro Cendoya, destacado escritor y docente sureño, y a José Teiguel, narrador, poeta y profesor de lenguaje, quienes presentaron mi libro; a Roberto Hurtado Guzmán, quien amenizó la presentación con su talento musical; a Marcelo Utreras, director de la corporación cultural de Puerto Montt, a Sergio Velásquez, periodista, a mi esposa, María Edith, y a todos quienes contribuyeron para que el lanzamiento del libro fuera una éxito.
En los días previos, fui entrevistado por el diario "El Llanquihue" y el canal Vértice TV.
Quiero compartir la entrevista que se me hizo en este canal, y fotos del lanzamiento.
El libro ya casi está agotado.

Entrevista de televisión previa al lanzamiento de "Barrio bullicioso"
















viernes, 5 de abril de 2013

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jueves, 4 de abril de 2013

GEOGRAFÍA LITERARIA

Comienzo una segunda entrega de fotos de mi Geografía literaria; esta vez, con los espacios que recorre mi poema ¿Dónde está Oscar Alfaro?



La Paz, Bolivia
"Trepé al aire entonces
Donde el aire se trasquila
Y hurgué silencios insondables
Sin encontrar tu poesía…
Seguí huellas delirantes
Eones de tristeza macilenta




La Paz, Bolivia
La Paz, Bolivia










La Paz, Bolivia




San Lorenzo, Bolivia

Países de pura geografía
Hasta tierras luminosas
De héroes y olvido
Interrogué callejas
Repletas de sol y vino
Almacenes aplastados
Ventas de comida"





San Lorenzo, Bolivia
San Lorenzo, Bolivia





San Lorenzo, Bolivia
San Lorenzo, Bolivia






San Lorenzo, Bolivia


San Lorenzo, Bolivia

Tarija, Bolivia


Tarija, Bolivia
Tarija, Bolivia





Tarija, Bolivia

Tarija, Bolivia



PARA LOS AMANTES DE LA POESÍA

Hoy recomiendo una excelente obra del escritor boliviano, Fanor Ortega Dávalos, "A la hora de mi partida". Un maravilloso ejemplo del antiguo arte de la copla, llevado a una altura insospechada. No se la pierdan.
Enlace al libro "A la hora de mi partida"

sábado, 23 de marzo de 2013

GEOGRAFÍA LITERARIA

     Hoy doy inicio a un nuevo proyecto. Gracias al poeta español Francisco Javier Illán Vivas, quien ha acogido mis escritos en la revista que dirige, Acantilados de papel, se me ocurrió la idea de abrir un espacio en que los lugares que habitan mis personajes puedan ver la luz a través de la fotografía; él quiso mostrar a los lectores dónde estaba situada la historia de "El mejor poeta del mundo", cuento que yo ambienté en Valdivia, y busco en Internet una imagen que acompañara al texto, para que los lectores del blog pudieran situarse mejor. Para ello, recurrió a un banco de imágenes, y ¡sorpresa!, en una vista aérea quizá más antigua que el tiempo narrado, apareció la costanera, el puente Pedro de Valdivia y los jardines de la Universidad Austral, donde estudié medicina.
Me sentí algre y agradecido por el gesto, pero... luego se me ocurrió que yo tenía más fotos, que quizá eran más ilustrativas y hacían más justicia a mi ciudad natal. "Después de todo -me dije-  los personajes transitaron sus calles, con los pies el la tierra, jamás tuvieron la mirada omisciente del fotografo"; por eso me decidí a buscar un par de tomas que pusieran la mirada a la altura natural de las peronas y los personajes; pero no pude hacerle justicia a la lluvia, residente antigua de Valdivia. De todos modos, quise seguir adelante, y he aquí el resultado:

"El mejor poeta del mundo: su geografía"

" Conocí al mejor poeta del mundo. Fue en Valdivia, una tarde de lluvia, allá por el ochenta y tantos."























domingo, 10 de febrero de 2013

SOBRE CÁNTICOS MILITARES Y GLORIAS CASTRENSES




 Hace pocos días se hizo público un video en que marinos chilenos trotaban cantando consignas, no xenófobas, como se ha dicho, sino más bien amenazantes y agresivas, propias del pensamiento y la naturaleza militar. Las fuerzas armadas son – de acuerdo a la Constitución – no deliberantes, y se les nota. Las autoridades, por supuesto, rasgan vestiduras y prometen las penas del infierno, como era de esperar, a los desafinados tenores y al director de orquesta; no a los que escribieron la partitura. No faltan los que defienden el despropósito, argumentando que siempre ha sido igual y que se hace lo mismo en los países vecinos, pero el hecho de que la estupidez sea histórica y trascienda las fronteras, no le quita su carácter de estupidez. Una enfermedad contagiosa no deja de ser enfermedad. Otros, en cambio, se ríen, como descubriendo una veta de inocencia en los demás, y se preguntan, cínicamente, ¿qué otra cosa podrían cantar? Son los que anteponen la fuerza a la razón; de ellos, todo es esperable. Son, quizá, los que escriben la partitura. Pero componen por encargo, y pretenden ignorarlo. Cuidan la prosperidad de otros, de los globalizados, de aquellos que pueden vivir sin problemas en Nueva York o en Singapur, y que tienen más en común con sus colegas de San Isidro y Belgrano, que con los cantores de Viña. Carne de cañón, "carne de yugo", da igual.
Pero habría que desmitificar un poco.
El bravucón esconce siempre una cuota de miedo. Debe imponerse ruidosamente, ladrar, orinar en las esquinas, mostrar los colmillos, pues quizá no tenga otra cosa que mostrar.
Son muchas las efemérides, algunas olvidadas, pero las que más se recuerdan y se machacan en la escuela son dos: la independencia de Chile y el combate naval de Iquique (no la guerra del Pacífico, sino esa exclusiva viñeta).
El nacimiento de un país, qué duda cabe, tiene que ser un hito glorioso. No fue una iluminación espontánea de las mentes militares, sino que éstas supieron ser el brazo de la intelectualidad libertaria, muchos de los cuales ostentaban grados militares, pero eran –y lo demostraron– deliberantes; sin embargo, solos, en forma aislada, corrieron triste suerte. Tuvieron que pasar años, para que tras el desastre de Rancagua, llegara la ansiada independencia… de la mano de un argentino, José de San Martín. Curioso enemigo éste, que nos tiende la mano, al momento de nacer. No pretendo restar méritos a los patriotas chilenos; solo quiero resaltar que se necesitó del otro, del vecino, de aquel que ahora se amenza con matar. Nuestros heroicos soldados no pudieron solos.
El combate naval de Iquique inaugura el martirologio como enseña nacional. No un triunfo, una derrota. Lo ocurrido en Punta gruesa, gravitante, quizá fundamental para el desarrollo de la guerra, no pervive en la memoria colectiva ni entusiasma en las escuelas.
 ¿Cantan, entonces, los marinos, por resentimiento? Puede ser. El mismo resentimiento que se enseña más allá de nuestras fronteras, pero que no por ello deja de ser un sentimiento innoble, y una traba odiosa a la hora de querer vivir mejor.
Solo existe un hito en que las fuerzas armadas chilenas llevaron a cabo sus fantasías más oscuras, actuando el mantra, pero un mantra aprendido en otras latitudes; "el único comunista bueno es el comunista muerto", repetían entonces, y pretendieron lograrlo… inútilmente. Sin embargo, se mostraron decididos y tesoneros –ya que no valientes–, al punto de llevar su empeño al nivel del genocidio. Entonces sí mataron, fusilaron y degollaron. Como son no deliberantes, una vez en control, éste devino en descontrol: la animalidad y la sinrazón, sin freno, sin filtro, sin un instante de lucidez, durante casi dos décadas. No necesitaron entonar cánticos al trote; no necesitaban arengarse a sí mismos, para adquirir valor: sus enemigos estaban sometidos y desarmados.
La sinrazón y la animalidad, el desenfreno… a nivel individual, por cierto, porque los compositores, eran los mismos, y sabían qué canción se entonaba. Los mismos que ahora rasgan vestiduras y lo atribuyen –de nuevo– a los intérpretes.

miércoles, 30 de enero de 2013

Dos edades, dos libros



Dicen que cada libro tiene su edad. En la adolescencia, vibré con "El túnel" de Sábato, como el joven torturado que entonces era, sintiendo que podía odiar al mundo con Castel, despreciar la humanidad, angustiarme con él, sin comprender que era un paranoico, condenado de antemano a la fatalidad. Hoy, a los cincuenta años, cuando ya he coleccionado una considerable cantidad de errores, dejado ir las que quizá fueron las mejores posibilidades –¿según quién, por qué? – y atesorado dichas y venturas, disfruto de Kundera y su "Insoportable levedad del ser".